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Algo que contar


Una mordida a La Gran Manzana

Por Ivelisse Villegas

 

Definitivamente, New York no es mi ciudad favorita para vivir en los Estados Unidos, pero lo necesito intacto para visitar a mis seres amados que eligieron el sueño americano, basado en los ideales de una nación desconocida totalmente para ellos y que les ofrece a las personas las mismas oportunidades de trabajo; de acuerdo con sus habilidades, independientemente de su clase social, etnia, estatus y conocimiento científico.

 

Antes de tener un lazo sanguíneo rondando es sus rascacielos, la había visitado en varias ocasiones seducida por la magia de una publicidad subliminal que me ofertaba el paraíso que yace en lo desconocido. Así me adentraba esporádicamente a experimentar la magia que la envuelve en cada estación. Hace unos meses, caminé sus senderos en invierno.

 

El pavimento frío, los árboles sin protección ante el clima y las calles con transeúntes que parecen sin almas, me hicieron extrañar sus primaveras y el alboroto de sus parques en verano.


 Víspera de Navidad. Y desde un décimo observó por la ventana a un sinnúmero de palomas que volaban entre las ramas secas de los árboles y paulatinamente, descendían hacia el pavimento a buscar con qué alimentarse. 

 

Hago un símil con un albergue ubicado en una de las calles del Bronx, donde migrantes de distintos países, además de alimentos y una cama para dormir, quieren vivir en esta ciudad para darle un futuro mejor a sus familias y la oportunidad que creen merecer para ser felices.

 

Ése mismo día, otros menos afortunados, tenían que desalojar los hoteles donde estaban con sus familiares, luego que, la Administración del alcalde, Eric Adams, ordenó el desalojo porque necesitaba el espacio para más familias que siguen llegando a la ciudad, donde ya, para ese entonces, no tenían recursos ni espacios para albergar a tantas personas que no paran de llegar de distintos países de Latinoamérica y el mundo.

 

La situación se les ha salido de las manos a las autoridades y, ahora, los migrantes son un problema para la economía y el sistema en general.


El centro cultural del mundo tiene en estos momentos una migración desbordada por aire, mar y tierra, sin contar aproximadamente con más de 3 millones de casos atascados en espera de obtener una cita para definir su situación ante el pedido de asilo. 

 

Sin embargo, este panorama no le resta ímpetu a los que vienen en camino, pero muchos menos a quienes apuestan seguir invirtiendo en el centro financiero de mayor crecimiento económico en el mundo. De mi parte, si Dios me lo permite, volveré a comer de la Gran Manzana envuelta en la magia que da la Navidad en su próximo invierno.

Fotos@nycity_ig


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